Decía Hegel que en ARTE, la forma es el fondo. Podríamos decir entonces que una cocina con todos sus elementos es arte, con todo el respeto a los puristas. Si arte es crear, en una cocina creamos un ambiente combinado de estética, practicidad, usabilidad, funcionalidad, calidad, calidez, que hacen de ella una de las principales estancias del hogar y donde, a menudo, se producen las mejores conversaciones…

España es uno de los países con más coches per cápita del mundo, y ¿por qué se venden más coches que cocinas? ¿Porque se exhiben? Ahora tenemos la oportunidad de, además de percibir lo útil y necesario que es tener una buena cocina, mostrar esa cocina tan bonita que tenemos y en la que tanto nos gusta estar. Desde AMC, como no puede ser de otra manera, promovemos el cambio de cocinas, como elemento vehicular del hogar.

Que se produzca el cambio es relativamente sencillo, pero hay que empujar para que se den las circunstancias óptimas. Sólo se necesita un grado para pasar del estado sólido al líquido, pero cuántas circunstancias tienen que concurrir para que ello ocurra.

En el mundo del mobiliario y la decoración contamos, además a favor, con el componente estético. Hay cosas que funcionan pero queremos o necesitamos cambiarlo, porque creemos que le va a dar un nuevo aire. A veces con un pequeño cambio conseguimos darle otro enfoque, que nos revive la ilusión por elementos que vemos día a día. Son cambios apenas imperceptibles, pero trascendentales.

A veces hacen falta cambios más profundos y estructurales, cuando las cosas ya no funcionan, o creemos que pueden funcionar mejor. Y en algunos casos, esos cambios se producen, siendo o no necesarios, de manera muy desordenada, como si entraran elefantes en una cacharrería, por no estar bien asesorados o no tener la experiencia suficiente en la materia. Y entonces el cambio es el principio del fin…

Todo cambio necesita un proyecto o estrategia, y se deben producir pensando en el medio/largo plazo, estando muy activos en el día a día. Por ello, cuanto más abierto y participativo es el cambio, mejor será, porque existirá más consenso. De ahí la necesidad de acudir a profesionales que tengan la suficiente empatía para saber qué novedades introducir, y qué necesita el cliente, el colaborador, el asociado, o el ciudadano.

Muchas veces sólo vemos la manifestación desde dentro, pero es importante salir fuera y ver si lo que estamos fabricando o la imagen que queremos dar de lo que fabricamos, es realmente percibida por los diferentes actores que entran en el proceso. Difícil y necesaria es esa empatía, el bajar al terreno, y no perder nunca el contacto con los interlocutores.

Los cambios pueden tener ayuda pública, o no, pero deben producirse por la corriente positiva y las acciones que se generen desde las propias organizaciones. El factor económico, o de comodidad y mantener lo establecido, debe ser abatido con incentivos desde el sector, considerando a este como un ente privado capaz de generar ese viento a favor.

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Sebastián Acedo. Gerente de AMC
www.amcocina.com