Mi abuelo, que era carpintero, decía que siempre se aprendía algo cuando se entraba en otro taller.

Esta frase, que tiene más de medio siglo, engloba valores que hoy en día son principios básicos en la gestión de empresas. Valores como la experiencia, el conocimiento del oficio, la interacción con el sector, humildad para aprender de él, formación, información, comunicación y otros términos que hoy manejamos, muchos de ellos mediante anglicismos.

El objetivo de velar por el interés común es algo tan capital y lógico como difícil y vulnerable. Son muchas las ventajas tangibles e intangibles de pertenecer a una asociación, y un ejercicio real de democracia. Cada uno de los asociados tiene una estrategia empresarial clara y de éxito en sus respectivas empresas, pero que es susceptible de modificaciones al ponerla en común con las estrategias de los demás. Esos acuerdos comunes a los que se llega dentro de una asociación tienen una fuerza enorme que es vehicular en la estructura de cualquier organización, sea humana o animal, racional o irracional, personal o jurídica, etc…

Entes tan potentes como países productores de petróleo, totalmente independientes en la toma de decisiones dentro de su Estado, también se someten a ese ejercicio de “democracia” cuando ceden parte de su soberanía en pro de decisiones comunes tomadas en su “asociación”, la OPEP, Organización de Países Exportadores de Petróleo. Son países que tienen mucha fuerza y, posiblemente, líderes en su zona de actuación; pero conscientes de que la unión hace la fuerza y de que el ir “en manada” les proporcionará aún más ventajas.

Hoy en día pertenecer a una asociación fomenta los puntos en común de las empresas. Potencia lo que nos une, genera sinergias que individualmente no se alcanzarían; da acceso a una serie de actividades y servicios que proporcionan una optimización del actualmente escaso tiempo; brinda la posibilidad del networking, de relacionarse con otros profesionales del sector que tienen objetivos, intereses, retos y problemas similares; de ampliar las oportunidades de negocio y de continuar el desarrollo profesional de sus miembros. Permite estar en continuo contacto con esta sociedad cada vez más conectada; y mejorar el perfil profesional de las empresas, porque da muestras del compromiso de las mismas para con el sector, al participar activamente en su evolución.

Los elementos externos que pueden suponer una amenaza a nuestra línea de flotación, deben servir de ganas e ilusión por mejorar en productividad y competitividad, y que esas mejoras se proyecten de dentro hacia fuera, por las ventajas que supone una buena comunicación.

Una asociación debe ser un ente abierto, transparente y dinámico que, además de velar por el interés general, busque sinergias y alianzas con el objetivo de fortalecer los vínculos dentro y fuera del sector porque, estoy seguro, “ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos”.

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Sebastián Acedo. Gerente de AMC
www.amcocina.com